CUENTOS DE UN SOLO TIRÓN...


El Pájaro Extraño.

Cuando aquella niña miró al extraño pájaro cantando, le pareció un canto tan hermoso que habló con su mamá para que llamara al pajarero, un señor acostumbrado a cazar pájaros y venderlos para poder llevar algo de comer a su casa. Al pajarero no le gustó la idea de la señora de cazar ese pájaro extraño, del cual se hacían algunas historias un poco sospechosas Dicen que ese pájaro cuando se para en un árbol junto a una casa algo pasa en esa familia, pero la señora quería el pájaro para su niña y pagaba muy bien. El pajarero se puso a sacar la cuenta de cuanto podía comprar con ese dinero y aceptó cazarlo. Al otro día, el pajarero se fue bien temprano a las montañas a poner sus trampas y las pegas. Debía regresar en la tarde para ver la cacería. La niña desde la ventana de su casa miraba la montaña con una gran ilusión: tener en su casa a ese pájaro extraño de hermoso canto. En la tarde el pajarero regresó a la montaña para ver sus trampas y las pegas y quedó sorprendido porque no cazó uno, fueron cinco pájaros que cazó, todos iguales. Él, con una cara de contento porque se había ganado los reales y además le sobraban cuatro para venderlos, salió para el pueblo a toda prisa. Cuando llegó a la casa, la señora lo estaba esperando con el dinero: cinco bolívares que en ese tiempo era dinero. Cuando el pajarero tomó el dinero se dio cuenta que ese día era cinco del mes cinco, había cazado cinco pájaros y le pagaron cinco bolívares. Salió el pajarero rumbo a su casa y al llegar le explicó a su mujer el raro caso de los cinco, pero su mujer sólo quería comprar algo de comida para sus cinco niños. El pajarero guardó los cuatro pájaros y los implementos de cazar y salió para el pueblo a comprar comida. Pasó por una venta de lotería, la única que había en el pueblo y se jugó el cero cinco, luego compró mucha comida y regresó a su casa. Por el camino se podían escuchar los cantos de esos pájaros extraños y mientras más se acercaba a la casa se podía ver a mucha gente que lo esperaba para comprarle los pájaros que tenía y que vendió en cinco bolívares cada uno, haciendo con esto un dineral. Al siguiente día fue a ver la lotería y se había ganado ciento cinco bolívares. El pajarero cobró el dinero pero estaba pensativo, todo tiene que ver con los cinco. Comenzó el pajarero a construir la casa y la convirtió en una mansión que sólo tienen los hacendados. El pajarero no cazó más pájaros. Pero le preocupaba la niña, porque fue ella la que le trajo mucha suerte. El pajarero fue a visitar a la niña. Cuando el pajarero llegó a la casa había un gran canto de pájaros que se escuchaba a grandes distancias y fueron llegando gentes de todos lados, de todos los pueblos. Llegaron turistas a conocer los pájaros extraños y el comercio prosperó con grandes ventas gracias a los pájaros extraños y el pajarero un señor de mucho prestigio en el pueblo; pero los pájaros no procreaban, nunca ponían huevos y tenían grandes nidos y había mucha gente esperando para comprar sus pichones y llevarlos a sus pueblos y así hacerlos prosperar con el turismo. Entonces le pidieron al pajarero que cazara mas pájaros, pero el se negó. Hacía mucho tiempo que dejó de andar cazando pájaros. Pero la gente insistía pues vivían en la miseria y estos pájaros de alguna forma podían ayudar a estos pueblos. Entonces el pajarero se acordó que el también fue muy pobre y buscó sus trampas y pegas y se fue a la montaña. Era bien de mañana y el día estaba hermoso. Cruzó los caminos con la esperanza de cazar varios pájaros para la gente y así solucionar algunas necesidades. Colocó sus trampas y pegas y se sentó bajo un árbol mientras en la montaña se escuchaba el gran cantar de los pájaros extraños. Se fue quedando dormido hasta que desaparecieron los cantos. Luego, cuando despertó, serían las 2 de la tarde. Todo estaba en silencio. Se levantó y fue a mirar las trampas. Se puso tan contento pues tenía tantos pájaros atrapados que unas lágrimas rodaron por su mejilla. De inmediato bajó al pueblo. La gente que lo esperaba escuchaba cómo un canto descendía la montaña y se hacía cada vez más cercano. Miraron al pajarero descender de la montaña con su cargamento de felicidad. Fue repartiendo los pájaros a cada persona por pueblo y les dijo que no quería pago, que fueran a sus pueblos y lo sembraran de felicidad. Eran tantos cantos juntos que aquello parecía un gran himno. Todos se fueron y el pajarero quedó contento. Muchos pueblos prosperaron y fueron felices. Hasta que un día vino un gobierno y mandó a un general a gobernar ese pueblo y mandó a callar los pájaros. La gente se opuso y fue encarcelada y comenzó una lucha por la libertad de los pobladores y de los pájaros que tenían sus picos atados para que no cantaran, sólo los desataban para que comieran. El pueblo se fue a la ruina. Nunca más volvieron los turistas y fue prohibida la subida a la montaña a cazar pájaros. El pajarero fue arrestado y condenado a varios años de cárcel, acusado de subvertir el orden y la tranquilidad de los pueblos por regalar pájaros a sus vecinos. Pero un buen día, un paisano consiguió un pájaro en el río casi muerto y lo tomó en sus manos, le quitó el lazo que le oprimía el pico, después le dio agua, lo colocó sobre unas piedras para que llevara sol y se quedó mirándolo con una inmensa tristeza. El pájaro comenzó a estirar las patas y a abrir el pico. El paisano buscó mas agua y le dio. Comenzó a abrir las alas y recibir los rayos del sol. El paisano no salía de su asombro, entonces comenzó a cantar y voló. El paisano estaba contento y se fue al pueblo. Pero pasaba algo extraño: el pájaro lo seguía con su canto. Y más extraño aún, el paisano hablaba con la gente y la gente no respondía y tampoco lo miraban, él sólo escuchaba el canto del pájaro. Hasta que se paró para mirar dónde estaba el pájaro y él parado en una pequeña rama lo contemplaba. Después escuchó una voz que le dijo “ve donde están mis hermanos y libéralos, ellos no te verán ni te escucharán, después te retiras de la fortaleza porque el general va a morir hoy. Luego liberas a las personas que están presas junto al pajarero”. Así fue que el paisano entró a la fortaleza y nadie lo vio ni escuchó. Abrió las jaulas, les quitó los amarres a los pájaros y salió corriendo mientras en la fortaleza se escuchaba un estruendo de cantos. Los soldados salieron corriendo, protegiendo al general que se montó en un camión y salió rumbo a otro pueblo; pero, con la mala suerte que el camión chocó con el puente del río y el general cayó a sus aguas muriendo con sus soldados por la fuerte corriente que se los llevó. Mientras, un canto de pájaros se escuchaba y el paisano regresaba con el pajarero y la gente, asomada al río, miraba cómo desaparecían el general y sus aliados soldados. Después todo volvió a la normalidad. El pueblo fue retomando su prosperidad: regresaron los turistas y la gente nombró al pajarero Presidente del pueblo y al paisano coordinador vigilante de la buena vida y de los cantos de los pájaros en el pueblo y en el mundo. Mientras esto pasaba, en la plaza del pueblo, un pájaro voló y se posó en el hombro del paisano y le comentó algo al oído. El paisano tomó la palabra y dijo “que existían pueblos donde dictadores, como el que mandó aquí, mantenían al mundo oprimido al igual que a sus pájaros y éste era el momento para impulsar un gran movimiento de liberación de los pueblos y de luchar por hacerlos libres y hacer felices a sus habitantes y pájaros. Todos los pueblos que vivan bajo el canto de estos pájaros extraños, que desde hoy se llamarán pájaros de la libertad, serán felices siempre y cuando cuidemos de ellos. Mientras esto pasaba los pájaros cantaban alegres en esa tarde de aquel pueblo de no sé dónde.

FIN.

CIPRIANO GOMEZ, 2008.